Veikko le masajeó con suavidad la cabeza, con los ojos llenos de una ternura innegable.
—Deja de pensar demasiado. No me pasará nada. Es sólo que algunas cosas son más fáciles de decir que de hacer. Independientemente de lo que me haya hecho, al fin y al cabo, es mi madre. Una vez me cuidó mientras crecía, proporcionándome ternura. Tal vez esa ternura era una fachada, tras la que no se ocultaban más que ardides, pero aun así opté por imaginarla bajo una luz más positiva. Ahora, al alzarme para proteger a los jóvenes y ancianos de la Familia Carter, me he convertido en su enemigo. Pensar que mi propia madre me odia es profundamente inquietante.
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