Después de susurrar esas palabras al oído de Mason, Karina se dio la vuelta y se marchó. Mason se quedó estupefacto unos segundos antes de volver de repente a la realidad.
Se apresuró a alcanzarla, con la intención de preguntarle por la táctica que había mencionado. Sin embargo, no era tonto. Aunque el salón estaba vacío en ese momento, alguien podría escucharle si alzaba demasiado la voz. Los dos se dirigieron al estacionamiento, uno tras otro. Fue entonces cuando Mason la agarró del brazo con brusquedad y bajó la voz para preguntar:
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