Justo cuando Bailey iba a responder, Rainie, con los ojos cerrados, habló de repente. —No quiero verle. No le dejes entrar.
Bailey la consoló, acariciándole el hombro. —No te preocupes. No permitiré que entre aquí y te moleste. Descansa por ahora. Un buen sueño lo mejorará todo. Mañana será un nuevo comienzo.
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