En la mansión dentro de la sala.
Bailey estaba tumbada sobre el pecho de Artemis. Los dos acababan de hacer el amor, y la temperatura de la habitación aún no se había enfriado. Artemis le tendió la mano y le dijo en tono burlón: —Deja de inquietarte, apóyate bien en mí. —Bailey frunció los labios al oír aquello.
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