Juliana no tenía ni idea de qué más le quedaba que ellos pudieran usar para amenazarla. «No me digas que este viejo se cree que puede lograr que ceda si me amenaza con mi vida. Llegados a este punto, no tengo nada que perder». Ella había abandonado toda su fe en el mundo además de su valor por seguir viviendo. La muerte parecía ser su única salida. Tendría gracia si Quincy estuviera pensando en amenazarla con eso en concreto. En realidad, ella no podía esperar a morir. Incluso le podría dar las gracias si le pegaba un tiro ahí mismo. Era inevitable entonces que el plan de ellos de amenazar a Juliana fracasaría.
Nunca haría esa llamada a Zeke porque no podía permitirse soportar la mortificación que sentía. Como ésa era la última gota de dignidad que le quedaba, no quería perder eso también. Ella fue la que forzó a que pasara ese incidente aquella noche, y ahora que perdió al niño, estaba demasiado avergonzada para llamarle.
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