«Así que por esto han venido. ¡Ja! Al fin muestran sus verdaderas intenciones» pensó Juliana.
«¿Una prueba de líquido amniótico? Qué cruel» se dijeron varios miembros de la familia. El embarazo de Juliana era de riesgo. Si le hicieran una prueba de líquido amniótico, incluso aunque resultara que el niño era de Huntley, el bebé corría un peligro mortal. Si no era de Huntley, entonces las cosas se pondrían incluso peores, pues podrían aprovechar la oportunidad para echarla de la familia Hoffman.
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