Bailey lanzó una gélida risotada. «He perdido toda mi paciencia con ella. No recibí esa bala que era para Waverly por empatía; no soy una santa, así que en ningún caso pondría mi vida en juego por ella, sobre todo después de cómo me ha tratado. El único motivo por el que me interpuse fue el vínculo de sangre que nos une, aparte de que sabía que podía tolerar la herida sin problemas. Si mi vida hubiera corrido peligro, no lo habría hecho» pensó.
—Muy bien, entonces revisaré primero los cadáveres, y una vez que averigüe lo que ha ocurrido, iré a la mansión Shurmer para atender a Shirley —declaró en voz alta, tras lo que se zafó del agarre de Waverly mientras tenía en mente que esa mujer jamás la había considerado su hija biológica.
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