La mirada de Chloe era de sorpresa mientras miraba al hombre apuesto que tenía un brazo apoyado encima del escritorio. La razón por la cual había ido detrás de él era que quería pedir el puesto de secretaria jefe. A pesar de eso, Artemis ya había hecho la sugerencia él mismo antes de que ella pudiera decir nada.
«¿Ya se ha quedado prendado de mi belleza? Debe estar deseando mi cuerpo joven y tierno y de esta manera me lo está intentando hacer saber. ¿Está sugiriendo que voy a convertirme en su nueva amante? Eso debe ser. Bailey, esa vieja bruja, ya ha parido tres niños. Apuesto que debe tenerlo todo muy suelto. Es natural que el señor Luther ya no tenga interés en ella». Pensar eso hizo que Chloe se regodeara: «Todos los hombres son así. Los hombres de éxito y poder, especialmente, tienen muchas amantes. Yo soy preciosa, soy virgen y tengo buen temperamento. No sólo eso, sino que soy encantadora, pura y bonita al mismo tiempo. Ningún hombre puede quedarse indiferente ante mis encantos» se congratuló ella.
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