Cierto, Bailey no podía irse porque ese hombre había atrapado su corazón en Hallsbay.
Daba igual si su herida era auténtica o no, daba igual si él o su enemigo había disparado, todo lo que ella podía pensar en ese momento era la imagen de él en un charco de su propia sangre después de que recibiera una puñalada destinada a Zayron aquella vez.
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