Tras unos instantes en los que Zayron sintió la temible mirada de su madre sobre él, Bailey le tiró de la oreja con fuerza y se la retorció.
—¡No sólo piensas ya como un pervertido, sino que ahora lo estás poniendo en práctica! ¡Para ya! ¿Con qué niña pensabas usar esa droga? —rugió la mujer, y Zayron se quedó sin palabras; no era capaz de comprender la línea de pensamiento que había seguido su madre para llegar a esa conclusión.
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