Capítulo 118 Es demasiado frío
Lina estaba aterrada. «Que Adán me pregunte si me gusta... ¡Eso es casi tan aterrador como que me pregunte a qué hora me gustaría morir o cómo me gustaría morir esta noche!». Se lamió los labios agrietados y probó un indicio de alcohol en ellos.
—Debe estar usted borracho, Presidente Peralta. —Adán fijó sus oscuras pupilas en ella sin responder—. Debe estarlo, ¿verdad? Si no, ¿por qué bromearía conmigo? —preguntó ella con cuidado.
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