Capítulo 946 Es raro verte ser humilde
Antes de que Federico pudiera articular su pregunta, Cloe se despidió con un gesto de la mano y cerró la puerta tras de sí. Él inclinó la cabeza, confundido, mientras recordaba que su primer encuentro había sido en la comisaría. «No tenía idea de que la había salvado antes», pensó desconcertado.
Rascándose la nuca, Federico decidió no darle más vueltas al asunto y se dirigió al ascensor. Ya en su automóvil, después de abrocharse el cinturón de seguridad, marcó el número de Adán.
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