Capítulo 1045 Probablemente no duela tanto como te duele a ti
Carolina no podía contener los sollozos de dolor que escapaban de sus labios. Cada nervio de su cuerpo parecía palpitar intensamente, casi llevándola al llanto. Leandro la sujetaba por la cintura con delicadeza, los labios y la mandíbula apretados, mientras sus dedos masajeaban suavemente su espalda de abajo hacia arriba. Poco a poco, el cuerpo de Carolina comenzó a relajarse.
Leandro la levantó con cuidado y salió de la bañera. La repentina sensación de ingravidez hizo que Carolina se aferrara instintivamente a su cuello con más fuerza, acurrucándose contra su pecho. Cuando él dio unos pasos hacia adelante, ella sintió que podría desmayarse. Sin embargo, él caminaba con normalidad, incluso ralentizando el paso para no hacer movimientos bruscos.
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