Capítulo 930 No fui yo quien te mató
La puerta de la habitación se abrió y una figura con el rostro de Lina se sentó en la cama, apoyándose contra la pared. La luz del sol que entraba por la estrecha ventana resultaba casi cegadora. Por un momento, Justino no logró distinguir si la persona sentada era Kenia o Lina. Miró a su subordinada que estaba detrás de él, quien inmediatamente se adelantó para sacudir el hombro de la mujer y despertarla.
La mujer en la cama abrió los ojos abruptamente, revelando en su mirada una mezcla de confusión y pánico. Justino, con una ira apenas contenida que se evidenciaba en sus párpados ligeramente caídos y sus labios apretados, observó cómo la pálida mano que descansaba sobre el reposabrazos de su silla de ruedas dejaba entrever unas tenues venas azules.
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