Julio podía adivinar a grandes rasgos lo que Lina estaba pensando al observar su expresión. Apretó un poco los labios cuando la tranquilizó.
—No es lo que piensa, Señorita Mancera. Fue mi madre. Se enfermó de gravedad hace diez años y fue el Presidente Peralta quien me dio el dinero para su operación.
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