Capítulo 8 Compórtate como un hombre
Lina se incorporó mientras sonreía.
—Disfruta tu película.
Después de comprar lo que necesitaba en la farmacia, fue a la tienda de abarrotes para comprar algunas cosas que Sara quería. Miró las toallas sanitarias en los estantes y de repente recordó que habían pasado dos meses desde su última menstruación.
Desde su aborto espontaneo de hacía tres años, ella solo menstruaba cada dos o tres meses. Asumió que su menstruación no tardaría en llegar, por lo que empacó algunas toallas sanitarias.
Justo cuando estaba a punto de pagar, una mujer chocó contra ella en la entrada, causando que las cosas de Lina cayeran desperdigadas en el suelo. Entonces la mujer se sacudió la ropa con desprecio.
—Fíjate por donde vas.
Le levantó la cabeza y le lanzó una mirada de indiferencia a la mujer.
—¿No aprendiste a ser humana?
La mujer era nada menos que Ana Peralta, cuyos ojos estaban llenos de desdén y arrogancia hacia Lina.
—Oh, eres tú. ¿Qué haces aquí a esta hora? ¿Te ves con otro hombre a espaldas de Adán?
A Lina no le podría importar menos Ana, reunió sus cosas que se habían caído de su bolsa de papel.
—Ana Peralta, deberías haberte quedado en el extranjero. ¿No sabes que soy rencorosa y me vengo de los demás?
Cuando Ana escuchó eso, su expresión cambió antes de dar un paso hacia atrás.
—¿Qué harás?
Lina arqueó sus cejas.
—Nada en particular, pero será mejor que en esta vida no te embaraces. De lo contrario, deberás tener cuidado todo el tiempo. ¿Quién sabe? Puede que me divierta contigo y me acerque a ti sin importar lo que suceda. Además…
Mientras su voz se volvía débil, su ambigua mirada recorrió a Anna de la cabeza a los pies.
Ella, quien ni siquiera estaba embarazada, siguió la mirada de Lina.
—Debes estar loca. Eres la única que sabe si estás embarazada. Ni siquiera pienses culparme solo porque te empujé. ¡Además, mi familia no te perdonará si me pones un dedo encima! Estoy segura de que Adán se divorciará de ti y te sacará de la casa. ¡No tendrás nada de lo que quieres!
—Ponme a prueba. No tengo nada que perder de todos modos.
—¡Loca! —Ana entonces se fue, sentía culpa y dio unos pasos nerviosos antes de dirigirse hacia el Land Rover que estaba estacionado afuera de la tienda. Al notar su pálido rostro, el hombre a su lado le preguntó:
—¿Pensé que entraste a comprar algo de agua?
A pesar de que esperaba que le preguntara eso, ella gruñó:
—Zenón, ¿aún recuerdas la mujer que fingió la prueba de embarazo para obligar a Adán a casarse? Me la encontré por casualidad. Debo de tener mala suerte hoy.
No obstante, él solo respondió:
—Si no vas a comprar nada, entonces vámonos.
—Zenón, tú… —Ella dejó de hablar cuando se dio cuenta de que él miraba algo fuera de su auto. Siguió su mirada y espió hacia afuera, pero no había nadie. Antes de preguntarle por curiosidad, él se bajó de repente del auto y se dirigió hacia ese lugar.
Ana lo siguió al instante y lo jaló, él estaba buscando a alguien entre la multitud.
—¿Zenón, qué pasa? ¿Estás buscando algo?
—Nada, debo estar equivocado. —Zenón recobró la compostura mientras miraba el suelo. La silueta era similar a la que había estado extrañando durante todo ese tiempo.
—Entonces vámonos —sugirió.
En ese momento, él apartó su mano, la cual estaba encima de la suya.
—Anna, llamaré un taxi para que venga por ti. Tengo que hacer algo urgente. Te llevaré a casa para la próxima.
—Pero me prometiste…
Él no se inmutó por sus quejas, tomó su teléfono y detuvo pidió un taxi.
—Te envié el número de matrícula. Adiós.
Al final se fue del lugar, dejando a Anna detrás mientras gritaba su nombre.
…
Lina acomodó los víveres en el refrigerador antes de entregarle la botella con agua caliente a Sara, quien seguía bastante segura de que sufría un calambre menstrual.
Ella la tomó y le enseñó su teléfono a Lina, parecía en extremo emocionada con sus brillantes ojos.
—Adivina quién me acaba de enviar un mensaje.
—¿Zac Effron? ¿Harry Styles?
—Hablo en serio. —Le mostró a Lina la pantalla para revelar los mensajes que recibió.
—Soy Zenón Buenrostro. ¿Tienes noticias de Lina? —Leyó.
Lina se le quedó viendo a los mensajes hasta que la pantalla se puso negra.
Después de un rato, Sara se quedó en silencio.
—Zenón regresó al país y te está buscando por todos lados. Aunque no estoy segura de quién le pasó mi número. ¿Debería de decirle que estamos viviendo juntas? ¿Le paso tu contacto?
—No, ahora no. —Lina agitó su cabeza de forma instintiva.
Al saber que su amiga sentía preocupación por ese asunto, Sara no la presionó más y suspiró. Al final, Sara la cubrió.
—Ya pasó mucho tiempo desde la última vez que la vi, pero te informaré en cuanto sepa de ella.
En otra parte, Zenón terminó su conversación con un «Gracias». Nadie habría podido decir si se creyó sus mentiras o no.
Él yacía en la cama y Lina no vio que le guiñó el ojo ya que su mente era un desastre, no fue sino hasta que el cielo se iluminó que por fin cerró sus ojos.
Pero, de todas maneras, su pacífico sueño no duró mucho cuando su teléfono comenzó a vibrar sin cesar. Sus manos buscaron el teléfono antes de responder. La voz de un hombre resonó del otro lado de la línea.
—Señora, hubo un problema en la compañía. Creo que será mejor que venga.
Él continuó, pero ella no comprendió ni una sola palabra con claridad. Su ensoñación se disipó hasta diez minutos después de colgar el teléfono.
«¿Qué compañía?».
Ella revisó su teléfono de nuevo. Lina se dio cuenta de que era una llamada de Julio. El secretario de Adán. Sus dedos peinaron su cabello mientras se levantaba para tomar una ducha antes de tomar un taxi hacia Grupo Peralta.
Eran las 12:10 PM. Cuando llegó a su destino, el cual estaba lleno de transeúntes debido a la hora del almuerzo. Los espectadores entrometidos miraban la entrada del edificio.
—¡No te atrevas a tocarme! Soy el suegro de su presidente. ¡Los despedirán con una sola palabra mía! díganle a Adán Peralta que tiene que darnos al menos la mitad de sus cosas incluso si lo que sucedió fue un divorcio. Mi hija ha estado casada con él por tres años y duermen en la misma cama diario. ¿Pero no nos dará nada de dinero? ¡Al menos debería actuar como hombre!