Capítulo 1059 No te preocupes
En la habitación poco iluminada, José yacía en la estrecha cama, con su habitual dulzura y refinamiento sustituidos por irritabilidad y ansiedad. Al cabo de un rato, la puerta de la habitación por fin se abrió; una tenue luz entró, llenando poco a poco el espacio. Instintivamente, José levantó la mano para protegerse los ojos, y entonces oyó la voz de Leandro:
—Has hablado antes de lo que esperaba.
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