Capítulo 934 ¿Cómo está de herido?
El viento aullaba con tal ferocidad que Lina sentía cada ráfaga picándole la piel, mientras un frío intenso se apoderaba de todo su cuerpo. Liberándose del agarre de Julio, corrió hacia Adán para ayudarlo a levantarse. El suelo bajo él estaba ya empapado de sangre, lo que le provocó una respiración entrecortada por el miedo.
Se sentó frente a Adán y, con manos temblorosas manchadas de sangre, le acarició el rostro.
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