Capítulo 3 Todo para ser parte de la Familia Peralta
—¿Ah, sí? Bueno, quizás lo soy… Pero nunca seré tan sinvergüenza como una z*rra rompe hogares…
Mía tardó tan solo unos segundos para reaccionar ante la réplica de Lina. Con una horrible expresión, alzó su mano con la intención de golpearla.
Pero Lina sujetó su muñeca y le lanzó una bofetada también.
—La única razón por la que me contuve la última vez fue porque tienes en tu interior al hijo de Adán. Eso es un logro tuyo y te doy crédito por eso. Pero no quiere decir que todo el maldito tiempo puedas alardear de eso ante mí. ¿Espera, crees que ser una amante es algo de lo que deberías estar orgullosa?
En ese momento, la bofetada había llamado la atención de los espectadores.
Avergonzada, pero aún enojada, Mía quiso apartar su mano del agarre de Lina, pero no parecía tener la fuerza para hacerlo. Debido a su desesperación, gritó por la furia:
—¡Cómo te atreves a calumniarme así! ¡No soy una amante! ¡Tú eres quién estuvo abusando al ser su esposa! ¿Sabes lo mucho que te odia Adán?
—¿Sabes lo tontas que son tus palabras? Sin importar el hecho de que esté aprovechándome de ser su esposa o no, sigo siéndolo ante la ley. Por cierto, sí tengo que agradecerte. Al ver que el bebé en tu vientre es la prueba perfecta de su infidelidad. ¿Quieres apostar a que ganaré una demanda? Hasta puedo hacer que él se declare en bancarrota si quieres jugar a eso.
—No te atreverías… —Mía le devolvió la mirada, incrédula.
—Sí lo haría.
A pesar de que estaban en el apogeo del verano, la voz masculina que sonó detrás de Lina hizo que sintiera escalofríos en su espalda, haciendo que sintiera como si fuera invierno.
Eso sorprendió a Lina, quien soltó la mano de Mía.
Ella corrió de inmediato al lado de Adán, sujetó su mejilla, la cual aún estaba cálida por la bofetada mientras que las lágrimas corrían por su lastimero rostro.
Después de mirarla, Adán dirigió su mirada hacia Lina. Le lanzó una mirada fría y penetrante, masculló sin emoción.
—¿Necesitas que te presente un abogado?
—No lo creo —replicó ella con una sonrisa.
«¿Estás bromeando? ¿De dónde sacaría el dinero para costear esta demanda, la cual no solo sería un desperdicio de tiempo, sino también de energía? Solo quería asustar a Mía».
Tras dar un paso al frente, él agachó un poco la cabeza y susurró:
—¿Entonces esto es lo que querías con el divorcio? ¿Por eso te fuiste sin un centavo?
Lina giró su cabeza hacia arriba solo para percatarse de una cínica mirada de burla, la cual hizo que comprendiera sus palabras al instante.
—No es eso… —intentó refutarlo antes de que la interrumpieran.
—Ahora que el dinero ya no puede satisfacerte quieres todo el grupo Peralta, ¿cierto? —Adán continuó sin esperar su réplica—. De lo contrario, ¿por qué te molestarías tanto con este supuesto divorcio?
«¿Por qué más sería?».
—Lina, ¿no te estás sobreestimando? Si firmó el acuerdo, solo tú terminarías perdiendo.
«Por favor, solo compórtate como hombre. Libérame. Necesito más que solo promesas vacías»,
Se encontró con su burlona mirada y sonrió.
—Entonces, te gustaría tan solo apresurarte a firmar. Presidente Peralta, lo veo en la Oficina de Asuntos Civiles.
Adán replicó con frialdad:
—¿Qué harás después de que lo firme? ¿Me demandarás usando el acta de divorcio como evidencia?
Lina le explicó manteniendo su sonrisa:
—Creo que lo está pensando demasiado, Presidente Peralta. ¿No podemos tan solo dejar de atormentarnos el uno a otro a este punto del partido? Si en verdad te sientes inseguro sobre esto, puedo redactar un acuerdo que garantice que no te pediré ni un centavo en ninguna circunstancia o situación. Hasta pondré mi firma y mi huella digital. ¿Ese documento legal te dejaría satisfecho o no?
Sorprendido por su impaciencia por terminar toda relación con él, Adán sintió tenía mucha prisa por alejarse de él. Por ende, frunció el ceño y apretó sus labios en silencio.
Al ver cuánto tiempo estuvieron discutiendo, Mía se acercó y lo interceptó:
—Presidente Peralta, vámonos… Me estoy sintiendo un poco enferma.
Al fin, Lina miró a Mía y le recordó:
—Señora Correa, le sugiero que deje de usar zapatillas de tacón, se ponga maquillaje más ligero y no se aplique tanto perfume antes de que estos lujuriosos y bajos hombres terminen molestándola y a su bebé.
Adán no reaccionó ante esto. «¿De quién habla?».
Entonces, Lina apartó su mirada y se alejó con estilo.
En cuanto se fue, los amigos de Mía, quienes la veían de reojo, se acercaron a halagarlos.
—Mía, el Presidente Peralta te protege tanto. Fue tan satisfactorio ver la expresión de esa mujer.
—Estoy de acuerdo, él es genial. En verdad te envidio al ver que tu novio está tan dispuesto a defenderte.
—Opino que Mía tiene razón. Esa mujer en verdad es una sinvergüenza. Ya estás embarazada, pero ella no quiere divorciarse.
Ante esto, Adán solo miró a las personas ante él y preguntó:
—¿Están bien de la cabeza?
Sin importar lo mucho que odiara a Lina, no crearía un escándalo con algo como una infidelidad.
Esto causó que todos los presentes, incluyendo a Mía, se quedaran conmocionados porque no sabían por qué lo habían ofendido. Entonces continuó:
—Explica lo del embarazo.
Sus palabras estaban dirigidas hacia Mía.
Ella sujetó con fuerza su falda antes de tartamudear:
—N… N… No paraba de escuchar que odiabas a esa mujer, p… P… Por lo que encontré una excusa y quería que ella se divorciara…
Él la interrumpió, su expresión era helada.
—No soy tan ingenuo como para no saber lo que intentas hacer. ¡Ya es bastante que Lina me haya obligado a casarme con la misma táctica! Si escucho que dices otra palabra de esto, sufrirás las consecuencias.
Mía se mordió sus labios sin poder encontrar el valor para hablar, no fue sino hasta que Adán se fue que su amiga suspiró de alivio antes de preguntarle.
—¿Mía, el Presidente Peralta no es tu novio? ¿Por qué te habló así?
En ese momento, Mía estaba pálida como fantasma. Durante ese periodo, había asistido a numerosos banquetes con ella, por lo que había muchos rumores sobre su relación. Era natural que esto causara que ella asumiera que era su mujer.
Justo por eso se le acercó a Lina y quería que se divorciara de Adán, fingiendo una prueba de embarazo positiva.
No obstante, después de escuchar sus palabras. Esa misma noche, Mía por fin comprendió lo que sucedía en el matrimonio de Adán y Lina.
Parecía ser que el padre de Lina estaba hasta el cuello de deudas con un prestamista usurero, los deudores la vendieron al Club Partenón. Tras escapar, persiguió a Adán y le rogó que la salvara.
No obstante, lo impensable pasó dos meses después del evento, Lina tocó a su puerta con una prueba de embarazo en la mano. En vista de que la familia Peralta era de renombre y les importaba bastante su reputación, no querían mancillar su nombre armando un alboroto. Además, ella ya estaba embarazada, por lo que dejarían que Adán se casara con lea.
Pero de una forma extraña, el bebé en su vientre desapareció en menos de dos meses pasado el embarazo.
De principio a fin, fue una farsa que Lina planeó. Desde estar drogada en el club, hasta conocer a Adán y obligarlo a casarse con la prueba de embarazo falsa, todo era con el objetivo de casarse con alguien de esa familia.