Capítulo 909 En constante evolución
La nieve persistente doblaba las ramas fuera de la ventana. El calor de la casa aumentaba velozmente gracias a la calefacción. Adán ciñó la cintura de Lina, pero la aflojó enseguida, precavido con el bebé en su vientre. Al notar el destello juguetón en sus ojos, su nuez se movió y, pausadamente, alzó la mano para acariciarle la oreja.
—¿No te explicó el médico que el embarazo dura nueve meses, no toda la vida? —cuestionó Adán.
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