Una vez que Natalia estuvo fuera de peligro, por fin pudo dar un suspiro de alivio. El miedo y la ansiedad en ella solo surgieron cuando todo terminaba. Miró hacia arriba para ver el rostro enojado de Samuel. Estaba vestido con una camisa negra. La esfera de su reloj reflejaba los rayos helados de sus ojos oscuros. Sus ojos eran tan fríos que estaban a punto de convertir el aire en hielo.
—Sa... Samuel… —murmuró Natalia.
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