Capítulo 62 Creo que vale la pena
Natalia levantó los ojos para ver al hombre que estaba a su costado y que era mucho más alto en comparación con ella.
Con su altura de casi ciento noventa centímetros, su rostro excesivamente apuesto, como si estuviera esculpido de modo especial, y el extravagante reloj en su muñeca que brillaba con una luz fría, Samuel tenía un aspecto muy seductor. Todo en él era magnífico, pero no de forma exagerada.
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