Capítulo 13 Mi Papi está senil
Franco se quedó helado al oír eso. Entonces, se volteó para mirar a Samuel, que estaba entrando al comedor.
Samuel aún tenía su teléfono en la mano y los dos primeros botones de su camisa negra estaban desabrochados. Tenía un aspecto mucho muy intimidante mientras sus ojos oscuros se llenaban de ira.
El pequeño frunció los labios antes de hinchar las mejillas, diciendo de mala gana:
—Papi.
Natalia se estremeció al encontrarse con esos ojos oscuros y sin fondo de aquel hombre. «¿Este pequeño niño serpiente de verdad es hijo de Samuel? ¿Eso significa que tiene un par de gemelos? ¿Sofía no es su única hija?».
Samuel miró de manera fría a Franco antes de decir:
—¿En qué demonios estás pensando con ese cerebro subdesarrollado que tienes? ¿Tú, tomándola como tu mujer? ¿Qué te hace pensar que puedes hacer eso?
Franco lucía a simple vista asustado de Samuel. Sin embargo, cuando recordó que antes había declarado con tanta valentía que protegería a Natalia, se dio cuenta de que no podía actuar con demasiada cobardía frente a su padre. Por lo tanto, se armó de valor y respondió:
—Papi, me gusta. Quiero que se quede.
Samuel frunció aún más el ceño.
—¿Entiendes siquiera lo que estás diciendo?
—¡Claro que sí! —Franco se tocó los lóbulos de las orejas, con las mejillas sonrojadas—. Papi, no puedes tener tantos prejuicios. Ya soy todo un adulto, así que sé que tengo que ser proactivo para perseguir a la mujer que me gusta.
—¿Quién te enseñó eso? —Preguntó Samuel con frialdad.
—Hmm... —Franco se sintió ligeramente culpable bajo la mirada de su padre.
—Franco Bonilla… Quién… Te… Enseñó… Eso…
El chico miró de manera frenética a su alrededor antes de decidirse a inculpar a Esteban.
—Mi tío Esteban. Lo escuché decir eso a otra mujer. Esa chica se puso muy contenta cuando lo escuchó. Pensé que ella también se alegrará si se lo digo yo. Entonces, se quedaría a mi lado y me hará compañía.
Al escuchar eso, Samuel hizo una nota mental para dejar las cosas claras con Esteban.
—Regresa a tu habitación. Tengo algo que discutir con la Señorita Nava. —Miró a Franco con indiferencia mientras hablaba.
Este último seguía queriendo pasar un tiempo con Natalia, pero como su padre se empeñaba en mandarlo lejos, empezaba a sospechar que a su padre también le gustaba esa mujer. «¿Me está rechazando porque quiere quedársela para él? ¡Soy su hijo biológico!»
Hizo una mueca antes de murmurar de manera casi inaudible:
—La quieres para ti, así que estás abusando de tu lugar como mi Papi para hacer esto. Ya lo veremos...
—Franco, ¿qué estás murmurando?
En lugar de responder, Franco se limitó a sacudir la cabeza de manera mansa.
—Me voy a mi habitación. —Antes de irse, todavía le recordó a Natalia con toda seriedad—: Mi Papi no me deja quedarme, así que tendré que despedirme de ti por ahora. —Aunque eso fue lo que dijo, la expresión de sus ojos parecía decir «Mi Papi ya está viejo y senil. Una disculpa».
Natalia se puso en cuclillas y acarició la cabeza del pequeño una vez más.
—¡Nos vemos!
Cuando se dio la vuelta después de ver a Franco marcharse, encontró a Samuel mirándola en silencio. La mirada de sus ojos era insondable, enviando un escalofrío por su espina dorsal.
—Señorita, ¿parece que es usted experta en el cuidado de niños?
—¿Quizás?
Natalia no se consideraba una experta en el cuidado de niños. Alguna vez pensó en cuidar bien a esos dos niños en su casa, pero ahora que Fabián y Cristian habían crecido un poco, eran ellos los que se ocupaban de ella en su lugar.
Cuando terminaron de cenar, siguió a Samuel hasta el estudio del segundo piso.
En el interior, además de los típicos muebles de oficina, había toda una hilera de altas estanterías de casi cinco metros de altura. A esa altura, sólo sería posible sacar los libros a través de una escalera. No pudo evitar quedarse atónita ante la increíble visión.
La mirada de Samuel era fría pero concentrada.
—Señorita Nava, tengo un trato que necesito discutir con usted. Necesito que trate a una persona por mí.
Natalia pellizcó el espacio entre sus cejas. He mantenido muy bien mi identidad como médico experto todo el tiempo. «¿Cómo fue que este hombre consiguió saber mi identidad? ¿Y cuánto sabe de ella? ¿Es posible que ya conozca mi verdadera apariencia bajo la máscara?».
Decidió seguirle la corriente.
—Señor Bonilla, usted ha investigado mis antecedentes, así que debe saber que soy forense, no médico. Lo que hago es por completo diferente.
Samuel se acercó a ella, sus ojos rasgados se fijaron en ella todo el tiempo.
Por alguna razón, Natalia se sintió como un bebé recién nacido, desnuda como el día, bajo su intensa mirada. La estudiaba con tanta seriedad que incluso se sentía algo culpable.
—Sofía tiene afasia desde que era un bebé. La he llevado a ver a innumerables médicos y todos me han dicho que su condición no es física sino psicológica. —Tras una pausa, Samuel continuó—: Es usted la primera persona que la hace hablar, diciendo la palabra «Mami».
—¿Yo la hice hablar?
—No tengo necesidad de mentirle sobre esto. —Miró a Natalia antes de decir con frialdad—: Sólo quiero que logre que Sofía se abra.
Al escuchar eso, ella respiró aliviada. «Por suerte, no es que me haya descubierto».
—Mientras pueda curar el estado de Sofía, cumpliré cualquier deseo que tenga.
—No hay necesidad de eso. —Natalia negó con la cabeza y sonrió.
—La codicia de los humanos es inconmensurable. Lo sé. —Samuel levantó las cejas mientras hablaba, con una voz llena de contención y apatía—. ¿Qué deseo tiene que ni siquiera la Familia Bonilla es capaz de conceder?
—Creo que aquí el codicioso es usted. —Ella puso los ojos en blanco—. Quise decir justo lo que le dije. No necesito a la Familia Bonilla para satisfacer ninguna de mis necesidades.
Natalia sonaba decidida cuando contestó a Samuel, con los ojos llenos de una mirada glacial.
—Señor Bonilla, estoy dispuesta a tratar el estado de Sofía sin nada a cambio.
—¿Nada?
Los inteligentes ojos de Natalia brillaban cuando respondió:
—Me agrada Sofía, y no me importaría tener más oportunidades de verla. Eso es todo. No me interesa nada que tenga que ver con usted o con la Familia Bonilla.