Las expresiones en los rostros de los cinco niños se pusieron rígidas. Cristian era el que estaba sentado más cerca de Jerónimo y él alargó la mano para acariciar su cabeza con cariño.
—¿No dijeron que todos estaban interesados en las salas de escape? Ahora que hemos dicho que los vamos a llevar, ¿por qué parece que no quieren ir?
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