Capítulo 2 Encuentro con una belleza en el aeropuerto
Cinco años más tarde, un niño vestido con un overol azul y una camisa a cuadros llamaba mucho la atención en la terminal principal del aeropuerto internacional de Terranova.
Su cabello ondulado, sus rasgos exquisitos y sus largas pestañas curvadas hacia arriba como las de un muñeco daban a todos la impresión de que sería el chico de los sueños de muchas chicas cuando creciera.
Cuando todos sentían curiosidad por la belleza de su madre, una mujer de nariz chata, labios gruesos y pecas salpicadas por toda la cara le gritó:
—¿Compraste la soda Corazón?
—Sí, la compré Mami.
Al oír esto, todas las señoras de la multitud dejaron caer sus mandíbulas con incredulidad. «¿Es posible que un chico tan guapo tenga como madre a una mujer tan poco atractiva?».
Desde que su madre empezó a usar esa horrible máscara hiperrealista, este tipo de escenas se producían una y otra vez, así que Fabián Nava ya estaba acostumbrado.
Se acercó a Natalia y le entregó la soda antes de beber un poco de agua de manera obediente.
—Mami, ¿hasta cuándo piensas usar eso tan feo?
—¿Estás diciendo que soy fea, Corazón?
—Claro que no, Mami. Sólo me preocupa que te sientas agobiada por llevarlo durante tanto tiempo.
«¡No tengo ningún derecho a comentar la apariencia de mi Mami!».
Fabián era el menos atractivo en comparación con su hermano mayor, Cristian, y su mamá, Natalia. Por eso, se sentía sin derecho, ni valor, para comentar su etérea belleza.
—Es bueno que seas consciente de tu falta de atractivo, Corazón.
Los transeúntes se quedaron por completo boquiabiertos. «¿Hay alguien que se equivoca con mis estándares de Belleza? ¡La madre es mucho más fea que su hijo!».
Las comisuras de los labios de Natalia se levantaron un poco mientras observaba la ciudad familiar y a la vez extranjera a través de los ventanales del suelo al techo del aeropuerto.
«Han pasado cinco años. ¡Es hora de ajustar cuentas!».
Justo cuando Natalia estaba perdida en sus pensamientos, una adorable niña chocó con ella y tropezó antes de caer al suelo.
Al ver esto, se agachó enseguida y ayudó a la niña a levantarse.
—¿Estás bien? ¿Te lastimaste? —Los ojos de Sofía Bonilla parpadearon mientras miraba con atención a Natalia. No hizo ningún aspaviento, sino que se limitó a pronunciar:
—Mami...
—No puedes llamar mami a toda la que se te ponga enfrente. Es mi Mami, ¡no la tuya! —exclamó Fabián, con cara de extrema envidia.
Sofía ignoró sus palabras y rodeó a Natalia con sus brazos. Natalia pudo sentir la tensión de su agarre, como si tuviera miedo de perderla.
El rostro de Fabián se arrugó por los celos, pero ante una mirada de Natalia, se detuvo a regañadientes donde estaba y bebió su soda.
—¿Te separaste de tu Mami? ¿Dónde está ella? Te llevaré con ella, ¿de acuerdo?
Sofía sacudió la cabeza de manera enérgica, con aspecto un poco ansioso.
Suponiendo que la niña se sentía insegura, Natalia le acarició la mejilla.
—Confía en mí, ¿de acuerdo? Te ayudaré a encontrar a tu Mami.
La niña de cinco años nunca había hablado ni emitido un sonido.
Sin embargo, se encariñó de inmediato con Natalia desde el momento en que se conocieron e incluso logró pronunciar esa palabra. Por alguna razón, Sofía sintió un fuerte deseo de seguir a su lado.
De ahí que siguiera murmurando obstinadamente a Natalia:
—Ma...Mami...
A diferencia de Natalia, a la que sólo agarró desprevenida la acción de la niña, Fabián sintió una oleada de intensos celos.
Mientras tanto, el segundo hijo de la Familia Bonilla, Esteban, se sintió por completo aliviado cuando vio a Sofía. ¡Si no lograba encontrarla, Sam tendría mi cabeza!
Al notar que la niña estaba con una desconocida, estaba a punto de llevársela cuando escuchó por primera vez su voz mientras balbuceaba:
—Mami...
Esteban no podía creer lo que oía. Agachándose, puso una mano en el hombro de Sofía.
—¿Qué acabas de decir? ¿Puedes repetirlo?
Al ver que estaba aquí por ella, la niña señaló a Natalia.
—Ma...Mami...
Esteban siguió la dirección de su dedo y vio una cara de aspecto corriente llena de pecas.
«¿Qué demonios? ¿Está llamando a esta mujer Mami?».
Saliendo de su trance, preguntó:
—¿Qué le hiciste a Sofía?
—Tú debes ser su padre. ¿De dónde sacas el valor para interrogarme? —Pensando aún en que la niña se sentía insegura, no pudo evitar comentar—: ¿Por qué no cuidas bien a esta niña tan dulce? Debe haber tenido una vida dura para que se dirija a mí como su madre.
Esteban se quedó de nuevo boquiabierto.
—¿Se dirigió a ti como su madre?
Natalia puso los ojos en blanco.
—¿A quién más se dirigiría? ¿A ti?
Esteban se quedó sin palabras ante su comentario.
Hicieron falta varias confirmaciones para que al fin disipara su incredulidad.
—Permíteme presentarme. Soy el tío de Sofía, Esteban Bonilla. Me sorprendiste mucho porque ella sufre de un trastorno de lenguaje desde que nació y nunca ha hablado con nadie.
En cuanto escuchó eso, Natalia se sintió fatal por la niña.
—¿Se puede confiar en él, Sofía? —La niña asintió—. ¿Es cierto que tienes afasia, Sofía? —Recibió otro asentimiento como respuesta—. Debido a que te estaba buscando, deberías ir a casa con él —dijo Natalia mientras acariciaba la cabeza de la niña.
Sin hacer aspavientos, Sofía vio cómo Natalia se alejaba con Fabián.
Justo cuando Esteban estaba a punto de preguntarle a la niña cómo era que de repente podía hablar, sin querer la miró y se sorprendió de lo que vio.
Los ojos de Sofía se llenaron de lágrimas mientras sollozaba en silencio.