Capítulo 922 Las palabras de una mujer despreciable
Mientras tanto, Lisandro, con su bolso con correa al hombro, tarareaba una melodía alegre mientras regresaba a la Residencia Jaramillo. Aunque hacía tiempo que abandonó el criadero, la idea de todos los gatitos mullidos que estaban dentro lo llenaba de un anhelo desenfrenado. En cuanto llegó a casa, corrió hacia la habitación de Olivia con emoción, esperando compartir con ella la noticia de su recuperación.
—Olivia, tengo una noticia maravillosa para ti.
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