Capítulo 742 Hablemos en la cama
En ese mismo instante, Yanara comprendió por fin la situación. De repente se dio cuenta de que Soberano no dejaría que Tomás se librara tan fácil. Al fin y al cabo, respaldó a su padre de forma económica, confiando en él para llevar a cabo la misión. Como las cosas se torcieron, este último tuvo que pagar el precio.
Al pensar en la insensibilidad de Soberano, Tomás y Yanara guardaron silencio. Apesadumbrado, Tomás miraba con desánimo su brazo vendado mientras se perdía en sus pensamientos. No había palabras para describir su resentimiento y su angustia después de que Soberano ordenara a Gael que le cortara la mano sin contemplaciones.
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