Capítulo 1032 Despreciando mi sufrimiento
Con los dedos de Natalia constriñendo su tráquea, el diminuto rostro de Heidi se tornó azul al encontrar cada vez más difícil respirar. Por el rabillo del ojo, la visión de sus subordinados impotentes hizo que Heidi se indignara. Las llamas de su interior se encendieron con furia, pero sus manos en verdad le dolían demasiado, dejándola incapaz de defenderse.
Justo en ese momento, Heidi vio que el mecanismo de la entrada de la habitación oculta se movía de manera brusca. A continuación, la puerta se abrió con fuerza.
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