Natalia dormía en la habitación de invitados de la Residencia Nava. Su fiebre fue bajando poco a poco después de que le cambiaran una y otra vez la toalla fría de la frente. En su conciencia nebulosa, creyó oler el aroma de la comida y vio la gran espalda de Samuel.
«¿Es Samuel? Solo él me cuidará y me mimará cada vez que esté más débil».
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