Capítulo 833 El amor no se puede forzar
Luna asintió antes de darse la vuelta para marcharse. Mientras miraba la silueta de Luna, que iba disminuyendo, una pizca de simpatía apareció en los ojos de Esteban. Después de un momento de deliberación, Esteban aceleró el paso y caminó en la dirección en que Luna se había ido. Para entonces, Luna había llegado al jardín del hospital. Tenía la cara roja por haber corrido demasiado rápido mientras doblaba el cuerpo y apoyaba las manos en las rodillas, jadeando.
Después de un rato, levantó la cabeza para mirar la luna. Las lágrimas brotaban de sus ojos, dejando un rastro húmedo en su pequeño rostro. Cuando Esteban alcanzó a Luna, la vio de pie en medio del jardín. La luz de la luna iluminaba las lágrimas en su delicado rostro, y sus hombros temblaban sin control de tanto llorar. Un ceño fruncido apareció en la cara de Esteban mientras la miraba.
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