Capítulo 1410 Cuidado, Señor Rubio
Después de que Selma se marchara, Silvano permaneció en la puerta observándola, preocupado por la posibilidad de que pudiera escapar. Selma abrió el grifo, se inclinó para lavarse las manos y, al levantar la vista, notó su rostro pálido reflejado en el espejo de la pared.
Se escucharon pasos en el pasillo y alguien dijo:
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