Mateo se quitó el delantal y lo colgó en el respaldo de la silla antes de acercarse a Verónica. Le inclinó la barbilla con un dedo y le puso un suave beso en la frente.
—Yo estoy bien siempre que tú estés conmigo. Solo me preocupa que no pueda estar bien si te vas de mi lado algún día.
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