Capítulo 566 Aunque duela, es una bendición
—¡Oh! —respondió Verónica y esbozó una sonrisa al instante—. Abuela, ¿qué te trae por aquí? —Levantó la manta en un intento de levantarse y saludar a Jezabel.
—No pasa nada. Deberías estar en la cama y descansando. —Jezabel corrió hacia la cabecera de la cama y la agarró por los hombros—. Lo sé todo. El médico dijo que estás herida y necesitas descansar. Quédate quieta. Tu salud es importante y la de los bebés también, ja, ja.
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