Capítulo 131 La identidad del misterioso enmascarado
Pasándose una mano por el cuello mientras se agarraba al asiento del copiloto con la otra, Tomás se sentó de lado en su asiento. Su cara se puso roja al atragantarse con la yema de huevo, y las venas se le abultaron en la frente, dándole un aspecto aterrador.
Asustada, Verónica le dio enseguida a Tomás la leche de soja que tenía en la mano.
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