Capítulo 975 Conciencia perdida
—¡Si todo está bien, no está bien! —Mateo se dirigió arriba por el ascensor. Cuando entró en el salón, una tenue fragancia les llegó a la nariz. Era difícil de percibir, pero consiguió tomarla. El tenue olor era el de un perfume de mujer que apenas se podía detectar.
Sus cejas se fruncieron un poco mientras se paraba allí mismo para escudriñar la zona. Luego, se dirigió hacia la mesa, miró la taza de té y tocó la tetera. Se enfrió. Aparte de ésas, otra taza de té estaba rota en pedazos encima de la mesa. No había señales de lucha física en la habitación, así que se acercó a la ventana para comprobar todos los rincones, pero fue en vano.
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