Capítulo 13 Aborto
El hombre llevaba una camisa negra remangada hasta los antebrazos. Con las manos metidas en los bolsillos de los pantalones, parecía noble, como si Dios hubiera descendido al reino de los mortales. Sin el menor atisbo de simpatía en su rostro, se dirigió hacia Verónica. Al detener sus pasos, levantó la mano, a lo que Tomás, que estaba detrás de él, le entregó los resultados de la prueba. De inmediato, Mateo arrojó los resultados a la cara de Verónica.
¡Whoosh!
Un montón de papeles golpeó su cara y voló por los aires antes de aterrizar sobre las sábanas.
Molesta, Verónica fulminó con la mirada a Mateo y echó un vistazo a los resultados de la prueba, que obviamente indicaban que había dado positivo en embarazo.
—Jaja. —Por alguna razón, sintió una sensación de entumecimiento en la cabeza mientras sus ojos se enrojecían. Había pasado por tantos problemas para acercarse a la verdad detrás del accidente de sus padres adoptivos, sólo para que el investigador privado terminara siendo agredido con fuerza y el conductor negligente escapara al anonimato. Estaba embarazada, pero el niño pronto sería abortado.
«Así es la vida, ¿no? No importa lo injusta que sea, es sólo la vida, ¿no?».
—¿De qué te ríes? —Con desinterés, Mateo frunció el ceño.
A continuación, soltó un resoplido que disimulaba la agonía por la que estaba pasando antes de arrojar sonriente los resultados de las pruebas sobre la mesa. Luego miró su reloj.
—Es la una de la tarde. Organiza la cirugía ahora. Así mi turno de noche no se verá afectado.
Mateo entornó los ojos. Supuso que Verónica rogaría quedarse con el niño, pero su reacción estaba por completo fuera de sus expectativas. Sin embargo, el hombre no tuvo la menor vacilación.
—Tomás, avisa a los médicos para que preparen la cirugía. —Dicho esto, se dio la vuelta y salió de la sala. No dijo nada más, como si el odio que sentía por ella fluyera por su sangre.
Poco después, entró una enfermera y trasladó a Verónica al quirófano. Todavía aturdida, se levantó y entró en el quirófano, donde había dos ginecólogos. Mirando los aparatos y dispositivos colocados junto a la mesa de operaciones, ya podía sentir el dolor que se avecinaba. Inconsciente, se tocó el abdomen al sentir la desgana en su corazón. Si el niño no fuera de Mateo, se lo habría quedado. Por desgracia, Mateo no se lo quedaría.
—¡Bueno, sube! —ordenó con frialdad el doctor con bata blanca y mascarilla.
Estupefacta por su actitud, Verónica se dio la vuelta para mirar fuera del quirófano, pero Mateo no estaba por ninguna parte.
«¿No es adorable?».
Una forma de vida acababa de nacer dentro de ella, pero a él no le importaba arruinar lo que podría haber sido un ser humano de verdad. En ese instante, su deseo de poder se hizo más fuerte. Sólo con poder podría proteger a quien amaba, a diferencia de ahora, donde se veía constantemente oprimida por enemigos sin capacidad de resistencia.
Mientras estaba acostada en la mesa de operaciones, el médico la inyectó. Pronto cayó inconsciente.
En ese momento, Mateo llegó al exterior del quirófano. Al verlo llegar, los médicos se acercaron rápido a él.
—No se resistió y ya se ha dormido, Señor Mateo. —Dieron a entender que Verónica estaba dispuesta a someterse a la cirugía.
—Denle las «medicinas» preparadas cuando se despierte. Ya saben qué hacer después. —Cuando Mateo mencionó «medicinas» se refería simplemente a antiabortivos.
—Sí, Señor Mateo. —Los médicos asintieron.
Mateo dirigió entonces una mirada gélida y profunda a Verónica antes de darse la vuelta para marcharse.
Detrás de él estaba Tomás, que estaba claramente confundido.
—Señor Mateo, ya que se queda con el niño, ¿por qué no quiere que ella lo sepa?
—Si una mujer tan insaciable como ella sabe que me quedo con el bebé, sólo pediría más. Así que decidí ocultárselo.
A pesar de decirlo, Mateo sólo estaba poniendo a prueba a Verónica para ver si mantendría su palabra y se sometería al aborto tras descubrir que estaba embarazada. Sin embargo, al final se equivocó.
—Pero seguro que tendrá náuseas matutinas. Al final lo sabrá.
—Por eso éste será un período de prueba. —Mientras Mateo hablaba, dejó de caminar y se volvió hacia Tomás—. Informa al club para que le permitan salir del trabajo a las doce.
—Pero trabaja a medio tiempo repartiendo comida para llevar todos los días. ¿No seguiría haciéndolo si saliera antes? —recordó Tomás preocupado. Después de todo, Verónica mostraba signos de aborto.
Mateo sonrió con sutileza.
—Entonces eso sólo va según lo previsto, ¿no? —Dado que su abuela le había prohibido explícitamente que le pusiera un dedo encima, un aborto involuntario provocado por ella misma no le afectaría lo más mínimo.
…
Casi media hora después, Verónica se despertó. Todavía somnolienta, miró el paquete de líquido intravenoso que colgaba y preguntó a la enfermera que estaba a su lado:
—¿Ha terminado la cirugía?
—La cirugía ha terminado, pero tendrá que volver durante una semana para su antiinflamatorio. Al cabo de un mes, tendrá que volver para otra revisión. —La enfermera le explicó con mirada seria antes de aconsejarle severamente—: Ha sufrido un aborto, así que recuerde guardar cama durante tres días y no realizar trabajos pesados durante dos semanas. Está terminantemente prohibido fumar y consumir alcohol o tendrá fiebre puerperal, lo que puede quitarle la capacidad de volver a quedarse embarazada para el resto de su vida.
A decir verdad, el «antiinflamatorio» no era más que una excusa para que acudiera regularmente al hospital a tomar algún antiabortivo.
—Es así de serio, eh. De acuerdo, entonces. Tendré cuidado —Verónica asintió. Si se quedaba estéril a una edad tan temprana, seguramente ningún hombre la querría en el futuro. Después de calmarse, se puso la mano en el estómago mientras el dolor se apoderaba de su corazón. Era su primer hijo, y se había ido, así de fácil.
Después de haber tomado su líquido intravenoso, Verónica se levantó para estirar las extremidades y se sorprendió de lo relajado que estaba su cuerpo. Era como si no la hubieran operado.
—Enfermera, ¿por qué no siento nada de nada después de la cirugía?
Al escuchar eso, la enfermera evitó a propósito el contacto visual y respondió con una sonrisa torpe.
—Los abortos quirúrgicos son operaciones menores. Aunque no sienta dolor ni picor, debe descansar lo suficiente. —Al terminar, le entregó a Verónica una bolsa de medicamentos—. Esto es todo lo que tiene que tomar. Las instrucciones están escritas en ellos.
—De acuerdo. Gracias.
Tras regresar a su piso de alquiler, Verónica solicitó un permiso de tres días en el club, que el gerente aprobó sin problemas, y no pudo evitar sentirse agradecida.
—Ha sido fácil. Qué gerente tan amable.
En aquel entonces, solicitó un permiso de tres días para quedarse en la Residencia Borbón, y se lo aprobaron sin problemas. Ahora solicitó otro permiso de tres días, y su jefe se lo concedió rápido sin rechistar.
Durante sus tres días de reposo en casa, enviaba todos los días comida a su madre adoptiva en el hospital. Incluso la sacaba a pasear para que sintiera el sol y le daba un masaje a su inconsciente padre adoptivo. Aparte de eso, visitaba el hospital para tomar su «antiinflamatorio».
El resto del tiempo lo pasaba descansando en casa, y ni siquiera se atrevía a repartir comida para llevar. Por eso, lo único que hacía en casa estos días era pasar el teléfono. En ese momento, recibió una notificación de la aplicación de noticias, titulada:
«Horrendo cadáver de delincuente buscado hallado en el muelle de Florencia».
Al leer el titular, pulsó sobre él con curiosidad. En la foto adjunta del artículo había un cadáver censurado, y a su lado estaba la anterior foto de ficha policial del criminal.
—Este hombre… me resulta familiar —murmuró. De repente, sus ojos se abrieron de par en par y buscó las fotos que el investigador privado le había enviado hace unos días. Luego comparó la foto que había recibido con la de las noticias. Atónita, se levantó de un salto de su asiento—. ¡Es él en realidad!
El muerto del que informaron las noticias era el conductor que chocó contra el auto de sus padres adoptivos, ¡exactamente el hombre que fue rescatado de las mismísimas manos del investigador privado!