Capítulo 86 Mateo es un avaro
Mientras Javier se recostaba en el sillón de dirección, la miró fijamente con una mirada insondable.
—Puedes arreglarlo así también, ya que he estado bastante ocupado últimamente. Sin embargo, no te preocupes por tus padres. Déjalos en mis manos; yo velaré por su seguridad.
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