Capítulo 1175 De lo amargo a lo dulce
Silvano se quedó en silencio. Las lágrimas se agolparon en los ojos de Sofía, llenándolos y rodando por sus pestañas. Tras un momento de contacto visual, de repente sonrió con autodesprecio:
—No me extraña, no me extraña que me tratara con tanta indiferencia durante los dos días que estuve en el hospital por una amenaza de aborto. Así que ésta es la razón. —Bajó la cabeza y se miró la mano derecha con el gotero. Sacó con fuerza la aguja del dorso de la mano.
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