Capítulo 29 Aborto espontáneo (1)
En ese instante, las cejas de Verónica se fruncieron formando un nudo apretado y apretó los labios. Sus manos, que sujetaban a Mateo, se clavaron profundamente en sus brazos hasta que hubo sangre, y sólo entonces pudo ocultarla a la fuerza.
—Cof, cof… —Avergonzada y furiosa, fulminó con la mirada a Mateo y utilizó la tos como medio para ocultar lo que estaba ocurriendo antes de decir—: He recibido un pedido de entrega y ahora voy para allá. Te llamaré más tarde. —De inmediato, colgó y abofeteó a Mateo—. ¡Eres un imbécil desvergonzado!
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