Capítulo 836 No te preocupes, estoy aquí
Verónica no estaba de buen humor. Levantó la mano y apartó a Mateo con un cepillo, luego lo rodeó para sentarse en la silla de ratán. Apoyó el codo en el asa y se llevó la mano a la frente mientras decía con gravedad:
—Mat, Cházaro podría haber descubierto ya tu identidad.
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