—Estos son los granos de café de Crisantemo. Saben bien, pero no sé si es de tu agrado. —Alejandra señaló la taza de café que traía la criada y le dijo a Verónica.
Verónica levantó los ojos para mirar a Alejandra. Su mirada era indiferente; sus ojos no reflejaban ninguna emoción.
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