Capítulo 110 ¡Vete a la mi*rda, pedazo de mi*rda!
La miseria por la que había pasado hasta el día de hoy era todo gracias al enmascarado, por lo que no sentir desprecio por él sólo sería una mentira, y allí haría lo que fuera para saldar la deuda entre ambos. Aunque el enmascarado le dejó una daga y un encendedor, que más tarde le permitieron ser localizada por Mateo, él era la causa de su patética vida actual.
El enmascarado, con la pierna herida, no tenía forma de caminar, así que sólo podía descansar, sentado en el suelo bajo un árbol cercano. Mateo, en cambio, no dijo ni una palabra y siguió asando al lobo. Sentada a su lado estaba Verónica. Mirando la carne ahumada y tierna mientras su delicioso aroma irrumpía en su nariz, babeó sin control.
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