Capítulo 940 Sabes que estás herido, pero sigues haciendo el tonto
A las diez de la mañana del día siguiente, Lina llevó a Noé al hospital. Ubaldo los saludó y, tomando a Noé, se dirigió directamente a la sala de Adán. Lina observó en silencio cómo Ubaldo examinaba las mejillas y brazos del pequeño.
Tras dos minutos, Ubaldo se levantó y dio una palmada:
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