Capítulo 360 El permiso de Santiago
Fue una sorpresa enterarme de que Maya había matado a Elisa, pero, aun así, no pude evitar exhalar un suspiro de alivio. En cuanto escuché las palabras, sentí que me quitaban un gran peso de los hombros. Maya lo había hecho por mí, de eso estaba segura. Quería liberarme de ese yugo y yo estaba muy agradecida por eso, pero también me rompía el corazón pensar en lo que significaba para ella. Había cometido un homicidio, un crimen que no cualquier persona podía llevar adelante, sobre todo un alma tan bondadosa como la suya. En ese momento me di cuenta de que mi amiga había cambiado y ya no era la jovencita débil que solía ser.
Pasé la tarde entera en la casa de té. Cuando Lucas me llamó, dos horas después, el telón nocturno ya había descendido sobre la ciudad. Para ese entonces, Santiago ya debía saber sobre la muerte de su madre, pero yo no tenía idea de cómo lo iba a enfrentar. Sentía un fuerte instinto de huida creciendo en mi interior. «Aún no me ha llamado, por lo que tengo tiempo de escapar», me dije. Vacié una nueva taza de té. Al final, Eva no pudo aguantar más y se acercó.
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