Capítulo 296 Eva, la que despilfarra
Bien entrada la noche, llegamos a Bristonia. Aunque en ese horario se suponía que los niños debían estar durmiendo, quise llevarlos al chalé Esquivel porque los echaba de menos. Al entrar, noté que mis padres descansaban, pero había alguien que no. Me encontré con un visitante inusual en la sala de estar. Era Leonardo. En sus brazos estaba Samanta, la cual lloraba buscando a su mamá.
—¿Por qué está Sammy aquí? ¿De veras te entregó a la niña? —consulté conmocionada mientras corría a abrazar a la pequeña.
Obtiene más cupones de libro que los de la app Recargar
Ir a la app de Joyread
Sigue leyendo más capítulos y descubre más historias interesantes en Joyread