Capítulo 382 La que manda en la casa
Leonardo y Camila eran los culpables de la situación en la que se encontraba Fernanda. ¿Cómo podía tener el descaro esa chica de pedirle a mi madre que la ayudara a volver después de recibir el riñón de Fernanda? Mientras yo viviera, jamás permitiría que Camila volviera a la casa. ¡Qué mujer tan despiadada! Temía que se propusiera regresar al país para hacer de las suyas. Al ver que no podía contener mi llanto, Santiago detuvo el auto y me acarició la cabeza.
—Después de la tormenta sale el sol —me consoló mientras me estrechaba entre sus brazos. Dejé de sollozar y dije:
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