Capítulo 153 Y si nos casamos
—Sabes quién soy.
Hablaba con suavidad y su voz sonaba tan angelical, como si pudiera levantarle los ánimos a cualquiera. No obstante, las palabras que decía eran tan gélidas como el hielo. Sin ningún tipo de culpa por haberme abandonado, afirmó que yo sabía quién era ella; ni siquiera expresó algún remordimiento o que me extrañaba. Tampoco dio alguna explicación. Comencé a odiar a esta mujer que me dio a luz.
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