Capítulo 322 Como esas campanillas de viento
—¿Lo volví loco? ¿O tonto? ¿Ni una cosa ni la otra? No estoy segura. Como sea, si no puedo tenerlo, tampoco lo dejaré vivir una buena vida.
—¡Estás loca! —grité. Colgué y llamé a Antonio, que se ocupó enseguida de localizar a Nicolás y de llevarlo al hospital. Fui hacia allá deprisa y lo encontré en coma, cubierto de heridas y con un corte en la mejilla. Al verlo en ese estado, salí como un rayo al pasillo—. ¿Dónde está María? —exigí con bronca.
Obtiene más cupones de libro que los de la app Recargar
Ir a la app de Joyread
Sigue leyendo más capítulos y descubre más historias interesantes en Joyread