Capítulo 209 La certeza es vida
Había una distancia de tres metros entre nosotros, así que me daba miedo saltar. En especial cuando llevaba puesto un vestido tan complejo y estorboso. Si fuera Santiago el que estuviera abajo, habría saltado sin dudarlo. Fue en ese momento que entendí lo mucho que dependía de él. Debía admitir que me sentí agraviada durante los ocho meses que no estuvo, pero sabía que tenía un buen motivo para hacerlo y que no debía tratarlo como a un extraño. No debí distanciarme de él por el sentimiento de decepción y culpa. ¿Cómo pude haber hecho un escándalo cuando lo amaba tanto? Solté un suspiro al pensar en ello. Berto frunció el ceño y preguntó:
—¿Vas a saltar o no?
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