Capítulo 330 Quiero que me desee
Dante se marchó de la casa de té muy enojado por lo que Amparo le dijo y ella, que parecía temerle, lo cual me extrañó, se quitó el delantal deprisa y salió corriendo tras él. Antes de irse me pidió que me ocupara del negocio por un rato. Si bien no había demasiada gente, era demasiado trabajo para una sola persona. ¡De repente me encontré extrañando a José! «Aún falta para que terminen sus vacaciones», pensé.
Me senté tras el mostrador, pero, como todavía llevaba puesto el vestido que había llevado al banquete, que era bastante llamativo, nadie se me acercó ni me llamó, por lo que me distraje pensando en cuál era la mejor manera de derribar a Santiago. Era un hombre conservador, maniático de la higiene y tenía un gran amor propio. En el pasado, no había tenido muchas mujeres; la única razón por la que tenía una relación conmigo era porque yo lo había besado en el río. Desde ese momento, había decidido que sería mi novio y había hecho la promesa de protegerme como a su propia familia para siempre. En este momento, sin embargo, no tenía recuerdos de nada de lo que había sucedido en esos dos años; según sus recuerdos, ¡aún no había dado su primer beso ni había perdido la virginidad! Ese era un punto clave que yo podía utilizar a mi favor. Si me las ingeniaba para darle un beso, iba a tener su atención. Una vez que hiciera eso, ya no tendría que preocuparme por que otras mujeres lo desearan. Pero ¿cómo iba a hacer para acercarme a él? En una ocasión me había aprovechado de él cuando estaba ebria y había perdido la consciencia, pero en ese momento, por la cirugía, tenía prohibido beber. Tampoco podía tomar drogas ni tener relaciones sexuales por un tiempo. De todos modos, ¡no había chances de que Santiago lo hiciera conmigo! Desanimada, le envié un mensaje a Lucas. Para mi sorpresa, enseguida se entusiasmó con mi idea. «Funcionará. Solo tienes que emborracharte. ¡Pasaré a buscarte ya mismo!», escribió. Le respondí que no podía beber mucho y él, ofuscado, me respondió: «Nadie dijo que tuvieras que embriagarte de verdad!». Lo comprendí al instante. En cuanto Amparo regresó, me fui a toda prisa. Cuando subí al auto, sonó una llamada de Lucas.
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